Bésame

Bésame

Las notas musicales parecían venir como traídas de tan lejos, se arremolinaban gustosas a favor del viento, quizá a una cuadra, o dos, o más, paciente despegaba las tortillas para luego meterlas al refrigerador, la tarde en calma, una vez la trompeta y tambor se dejaron escuchar dispersos, suficiente para identificar la melodía que enamora alrededor del mundo, letra nacida en tierras frías, por un momento esperé a que se acercaran más, pero decidí abandonar mi tarea para ir en busca del monedero y celular, apresurado salí a la calle, trompeta y tambor interpretaba exquisita pieza, una mujer con negros y lacios cabellos cargaba un niño en un rebozo amarrado éste a su espalda, su mirada apuntó al suelo sin sonreir, en su timidez descubrí la grandeza de nuestra raza, me acercó una taza de plástico, busqué monedas y mis dedos atraparon unas que deposité en la taza, el hombre de la trompeta caminaba pausado frente a mí, embelesado con la melodía, le seguía un adolescente de unos trece años y atrás de él un niño jugando con varitas que encontró quizá tiradas, me apuré a grabar para Facebook live pero no pude cambiar de wifi a datos, mientras eso sucedía, la pieza finalizó, trompeta y tambor dieron el último aliento, me frustró no haber tenido ese particular momento y solo alcancé a decirle a aquel hombre; felicidades señor, hermosa canción, el hombre me miró unos segundos y a diferencia de la mujer, me sonrió, se quitó un pequeño sombrero de paja que lo protegía del inclemente sol, lo llevó a su pecho y se inclinó en respetada reverencia, eso me dejó sin aliento, la familia musical siguió caminando calles abajo, en esta calurosa tarde con puertas cerradas.


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