Donde la luz guarda un amanecer

¿Con que palabra nombramos los lugares

donde nunca (quizás) estaremos?

como en la luna tan cercana y lejana.

espacios liminales en mi mente

descienden la escalera en espiral

al túnel que solo se conoce

por aquellos que sudan y trabajan.

Seres que hay que mantener lejos de la vista

(de un clasista).

Hay lugares, no solo temporales

lugares y prisiones

prisiones, muros huecos de hotel,

puertas con letras “no pasar”

“solo personal autorizado”.

Húmedos cuartos, máquinas, calderas

en el último piso de los barcos.

Lugares subterráneos

Por donde corren ríos de mierda

en las ciudades.

Lugares liminales, pasillos, desniveles,

bunkers, dumps bajo kilómetros de tierra.

El majestuoso abismo

camino al inframundo

bajo los pies de las pirámides

de Egipto o Teotihuacán.

Tlalocan, espacios para Dioses

 que se convierten en hormigas.

Lugares para siempre desconocidos

como los hielos perpetuos (se pensaba)
ahora derretidos.

Huecos en las montañas

ríos subterráneos

vistos por los amos

de las profundidades.

Jardines secretos (me gustaría)

conocer los nidos,

asomarme al agujero en el árbol,

caer por la madriguera

del conejo y llegar

A núcleo de una célula.

Lugares que no quiero

conocer la cajuela de un auto,

mis brazos en cadenas,

un pozo, un burdel

bolsa negra, fosa clandestina.

Pero será (quizás) el fondo de una caja

en la tierra, el menos liminal

de los lugares que conozca mi cuerpo.

Porque no deseo morir

Como las mías,

Convertida en cenizas

Por el fuego.

Estoy deseando irme

Como se va una estrella

Y que mi luz,

Siga de viaje.


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