El amor como sentimiento supremo de lo humano, cuando es perfecto es individual y singular, resultado de la entrega de todo en el Otro, y es por el gran desapego de lo propio en el Otro que siempre es inexplicable para los demás e inexpugnable para quien lo experimenta, puesto que no hay contexto compartido, sino cerrazón, en relación a tiempo y espacio, con nadie más, ni consigo mismo, en cuanto a conciencia propia, ya que no se pertenece así mismo sino al Otro a través del cual se establece toda comprensión de la realidad aún cuando esta a todas luces sea ficticia o imposible para los demás.
El amor perfecto se caracteriza por el abandono y la renunciación a la individualidad del Ser y coloca a quien lo padece en una singularidad que lo aisla de los demás tanto como lo acerca al Otro hasta el punto de ser un mismo individuo el Uno y el Otro, de ahí que tanto el amor como el desamor sean motivo de grandes tragedias humanas.