El martirio de los patricios

Bajo las verdes montañas irlandesas por donde el río Owenglen desciende hacia el Océano Atlántico, se encuentra el poblado pesquero de Clifden, ubicado a 77 kilómetros de Galway. Si cedemos al estereotipo “irish”, es fácil imaginar tréboles, iglesias, cruces celtas y pastos empapados.

El elemento que sorprende en este típico paisaje irlandés, es la bandera mexicana que ondea en el centro de esta pequeña ciudad.

¿Qué hace la Bandera de México en este improbable poblado de la costa de Irlanda? Resulta que Clifden es el pueblo natal de Jon Riley, un héroe de Irlanda y México, considerado un traidor en los Estados Unidos.

Riley es el fundador del mítico Batallón de San Patricio, la valiente tropa que en plena guerra contra los Estados Unidos en 1847, abandonó la bandera de las barras y las estrellas para defender la tricolor. Un arpa dorada y las palabras gaélicas Erin Go Bragh (Irlanda por Siempre) fueron la bandera de estos bravos combatientes católicos que adoptaron el nombre del Santo Patrono de Irlanda para defender a México del invasor estadounidense.

El debut de los patricios se da en la batalla de Monterrey, el 21 de septiembre de 1846, al píe del Cerro del Obispado, donde los artilleros de Jon Riley hicieron pasar un mal rato a las huestes de Taylor.

La defensa de Monterrey fue heroica y sabido es que muchos ciudadanos regiomontanos se sumaron a los combates.

Acaso la batalla de Monterrey pudo haberse ganado, pero la guerra contra Estados Unidos estuvo llena de decisiones absurdas y contradictorias y una de ellas fue la del general Pedro Ampudia, que sorprendentemente se rindió cuando aún había posibilidades de rechazar al enemigo.

La consagración del Batallón de San Patricio, llamado el Batallón de los Colorados por los mexicanos, llegó en la Batalla de la Angostura, el único de los combates donde conseguimos algo parecido a una victoria, misma que no se consumó porque Santa Anna, inexplicablemente, abandonó el campo de batalla.

El martirio de los patricios se consuma en la defensa del Convento de Churubusco el 12 de septiembre de 1847.

Capturados por las tropas de Wilfred Scott, los irlandeses sufrieron el cruel destino de los desertores.

Torturados y marcados con hierro ardiente en la cara con la “D” de desertores, la enorme mayoría de ellos fueron ahorcados al pie del Cerro de Chapultepec, frente a la bandera de las Barras y las Estrellas que ondeaba soberbia en el castillo.

Ahí murió Patrick Dalton, artífice de la deserción y lugarteniente del batallón.

Algunos, como el propio Riley, sobrevivieron, aunque con la cara marcada por el hierro en rojo, y se quedaron a vivir en México.

Riley se salvó de la ejecución, porque su deserción al ejército, se produjo semanas antes de la declaración formal de guerra de Estados Unidos a México.

Se sabe que Riley murió en Veracruz tres años después, al final del verano de 1850, vagando delirante y errabundo por las calles del puerto. Según el acta de defunción, Juan Riley murió a consecuencia de la embriaguez y fue sepultado en una fosa común.


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