El reto de financiar la innovación

El reto de financiar la innovación

La innovación como concepto es muy amplia. Sin embargo cuando hablamos de innovación tecnológica podemos acotarlo un poco y volverlo un tanto más asequible para entenderlo como un factor habilitador de la competitividad en las organizaciones que la incorporan a sus procesos de negocio.

La competitividad, para efectos prácticos, es la capacidad que tiene una empresa de vender más, independente a la estrategia que implemente para lograrlo: costos, especialización o diversificación, en ello la tecnología juega un papel fundamental, hoy es inconcebible hablar de competitividad sin innovación tecnológica, son conceptos yuxtapuestos al crecimiento económico de las empresas.

Una empresa es más competitiva cuando hace innovación con tecnología, esto es, cuando incorpora la innovación tecnológica a sus procesos de producción, de transformación, o de valor agregado, y aquí reside la importancia de financiar la innovación tecnológica porque, como ya se mencionó, es intrínseco a la competitividad de las empresas.

  Empero el financiamiento tradicionalmente se ha centrado en los bienes tangibles como un referente inalienable del proceso de crédito y esto lo aleja de la innovación tecnológica donde lo intangible es su esencia,  es el motor que hace andar la innovación tecnológica.

Este financiamiento decimonónico  sigue vigente y es un hecho irrefutable que, en el umbral del Siglo 21, el cual estamos transitando y donde la innovación tecnológica es la característica principal de las empresas más competitivas, este financiamiento muestra serios rezagos. La convergencia económica, implica pasar de la economía digital a la economía del conocimiento, de la manufactura a la mentefactura, del capital humano al capital intelectual, incluso la transformación social que implica la transición del proletario al cognitariado, el cual las Fintech parecen aprovechar muy bien con los créditos personales.

No es casualidad  pues, que todas las empresas “unicornios” hayan sido impulsadas por entidades de capital de riesgo y no de crédito, desde la burbuja tecnológica de finales de la década de los 90’s del siglo pasado, ya se observaba, incluyendo a las startups tecnológicas de hoy, que las empresas de base tecnológica en automático son descartadas como sujetos de crédito para la Banca y entidades de crédito tradicionales, por la propia naturaleza epistemológica de estas nuevas empresas y no tanto por ser de reciente creación como muchas veces se piensa.

Sin embargo la Transformación digital (TxD), como una nueva corriente del management postmoderno, surgida en el seno de la Industria 4.0 (I4.0), misma que tiene su origen en Alemania durante los primeros dos lustros de este nuevo milenio, ha venido a revitalizar los procesos de negocio de las empresas de todos los tamaños y de todos los sectores productivos.

Al término de este año 2020, habremos cumplido 10 años intensos de desarrollo de la Industria 4.0 y ya comienza a vislumbrarse el advenimiento de la Industria 5.0, pero la Banca de primer piso sigue sin participar en el financiamiento de esta 4ta revolución industrial, hasta parece como si sólo estuviera mirando allá a lo lejos, desde la barrera de los activos fijos, cómo las empresas luchan por financiar la adopción de tecnológica que les permita adaptarse y continuar compitiendo en la era de la industria 4.0 y de la economía digital.

La Transformación Digital establece hoy las directrices que permiten a todas las organizaciones públicas y privadas, pero sobre todo a las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes), contar con un Mapa de Ruta Tecnológico en la adopción de las nuevas tecnologías surgidas en la Industria 4.0 de entre las cuales podemos destacar la Internet de las Cosas, la bigdata y la nube, por  mencionar sólo algunas tecnologías a las que las Mipymes no tienen acceso por falta de financiamiento.

El modelo de crédito, los sistemas de financiamiento en sí, apenas si sufrieron pequeños cambios en el siglo pasado y hoy se regocija al financiar bonos de carbono, flotillas de autos eléctricos. Esto es sólo la punta del iceberg de la tecnología, sigue ignorando el “océano azul”  que representa financiar la innovación tecnológica. Se sigue evaluando a las empresas con las mismas prácticas antiquísimas.

Históricamente el crédito se centra en evaluar el pasado de las empresas, eso es lo que se mira cuando se observan los estados de resultados, el flujo de efectivo, la TIR, entre otros ratios financieros, incluso las declaraciones fiscales, todos son espejos retrovisores de los caminos que la empresa ya caminó y, aquí reside el punto equidistante entre el financiamiento y la innovación tecnológica, porque a diferencia del crédito, la innovación tecnológica es futuro, representa lo que será la empresa, lo que puede llegar a ser y no lo que fue, sino lo que puede lograr. ¿Cómo resolver esta dicotomía entre la retrospectiva crediticia y la prospectiva tecnológica?

A manera  de conclusión me podría decirse que tenemos instituciones de crédito creadas en el Siglo XIX con sistemas crediticios diseñados en el Siglo XX y necesidades de financiamiento del Siglo XXI. ¿Cómo cerrar esta brecha entre la Banca y la Mipyme creada por la tecnología como un pullmarket en evolución constante? Mucho del rezago que existe en la adopción tecnológica por parte de las Mipymes encuentra su explicación, entre otros factores, en la apatía o falta de entendimiento de la Banca sobre los procesos y ámbitos de la innovación tecnológica circunscritos en la transformación digital que hoy son puestos en relieve por la crisis económica ocasionada por la pandemia que provocó el Covid19, donde uno de los paliativos principales para las Mipymes es la innovación tecnológica, para lo cual la Banca no tiene respuesta y deja a las empresas sin una herramienta fundamental para su reactivación económica, la transformación digital.


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