He robado en el Oxxo, lo confieso, pero jamás he robado la identidad de alguien o la historia que cuenta en sus fotos o en los posteos que te hacen reír o reflexionar. Ramón me cayó bien de entrada, me pareció simpático y buena gente. En el fondo tenía algo que me gustaba y era que siempre se sacaba frases de la manga, palabras y más palabras que me envolvían y me llevaban fuera de mi realidad.
Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos, me dijo una tarde. Y yo lo besé sin parar, caí cuando me dijo esas palabras tan espontáneas y sinceras. Ramón y yo comenzamos a andar. Se me hizo costumbre esperar alguna de sus frases o una ocurrencia para caer redondita en la cama, en el pasto, en el cine o donde estuviéramos. Bésame, besa mis labios, besa mi pelo, mis dedos, mis ojos, mi cerebro, hazme olvidar. Sus palabras me transportaban a un campo de lavandas donde él y yo estábamos cogiendo, lejos de los problemas. Los sueños son necesarios para la vida, me decía, cada vez que le hablaba de mis problemas en casa.
Me enamoré de Ramón y de cuanto salía de su boca. A veces cuando le decía que no entendía y que me explicara alguna de sus frases se hacía güey; el entendimiento es una tabla lisa en la cual nada hay escrito, me dijo un día. Yo lo miraba sin comprender y entonces lo succionaba a besos, pero algo no me terminaba de cuadrar, a veces pensaba que le faltaba alma, o más bien su propia esencia, como cuando uno huele a sudor, a cereza, a algo que nos deje saber que allí hay vida.
La gota que derramó el vaso fue justamente una de sus frases ¿o debo decir de algún otro? Cuando una persona desea realmente algo, todo el universo conspira para ayudarle a realizar su sueño. Fuck, pensé, esa es una frase de Paulo Coelho, ese que le encanta a mi mamá, el millonetas que se dice hippie, pero que vive en un caserón, ese que tiene no sé cuántos libros y que está en el baño de nuestra casa quizá como fuente de “inspiración”. Ramón se dio cuenta de que la había cagado porque a partir de ese momento sus frases comenzaron a parecerme huecas o más bien ajenas a él. Hice memoria de cada una de ellas, algunas incluso las había apuntado en mi teléfono porque me encantaban, las busqué en google. Escritores, filósofos, músicos, pintores; Ramón tenía un amplio repertorio y una memoria privilegiada porque no cualquiera se acuerda de cientos y cientos de citas.
Así como me enamoré, así también se me fue el amor. Tuve un novio impostor durante un año. Decidí cortarlo no sin antes tener el mejor polvo. Me arreglé, cenamos y luego nos fuimos a un hotel. Estuvimos varias horas sin separarnos, excepto para ir al baño. Todo salió como lo planeé. “Ramón ya no quiero nada contigo”, le dije. Abrió los ojos como platos buscando el por qué. El mentiroso tiene dos males: que ni cree ni es creído. Baltasar Gracián. ¿Te suena?, le contesté.