En estado puro
sin la reacción patética
de rencorosos de oficio
una reverencia digna merece
a la altura del enamoramiento
Nace del ímpetu
ofusca
libera
anochece
enclaustra
en sólo dos paredes
sin piso ni techo
Rocío nocturno de poros acalorados
brota
humedece
moldea caras
encañona
Un hervidero de serviles del infierno
vaporiza
palmario, destripados al arrojo vivo de lenguas
rápidas, pero torpes
Sorbe
caldos calientes de lamento
donde lava pulula
se reprime o revienta
Retumba el espacio, vibra sonora
-presume ripio de/lira-
Echa mano del pasado (nunca olvida)
Predice
el futuro a corto plazo
borra
lo restante
No esconde fauces invertidas
ni armas puntiagudas, ni pólvora
usada o palabras incendiarias
Y es legítima
no da paso
al arrepentimiento u otra antítesis
en gestación
De un sinfín de posibilidades
se nutre
acumula
absolutamente lo necesario
La propia flama que respira
azuza
Inclina
la balanza subjetiva de las razones
Axioma el deseo de cazar a la presa
¿por instinto?
Cruza con pujanza
tragaluces enconados
Estira
ramificaciones teñidas
¡Rompe venas de los ojos!
En esa encrucijada de in/conciencia liberada
la finita corpulencia de un sarcófago se piensa
bóveda prefecta para el escapista, llena de veneno
hasta la coronilla de cortisol, donde uno se mete
de bruces con camisa de fuerza
¡Oh! La Ira