Fragmento de Rancor de Daniel Rojas Pachas
Ilustraciones de Esteban Morales Calatayud – Edición ganadora del Fondo del libro 2022 del Ministerio de las Artes las Culturas y el Patrimonio de Chile.


Lena: Do we have a class system in Sweden?
The interviewed: It depends on the people. Undress them, and they’re all the same; dress them, and you have a class system.
I Am Curious (Yellow)
– Los zombies de Jeffrey – Qué hay con eso… “I carried it too far, that’s for sure,” dijo Dahmer a la policía explicando su frustrada búsqueda de un total y completo esclavo tipo zombie que estaría siempre allí para él. Luego agregó “I was not into torture. This was not a hate thing. This thing had no racism. This was not a homosexual thing.”
-por qué mi hermano, por qué él –
-Me había gustado como bailaba- Lamento haberle estrangulado, sucede que buscaba un nuevo método para conservar el cráneo y el cuerpo, pero el experimento no funcionó, así que tuve que destruirlo.
Ni siquiera el propio Dahmer comprendía porque disfrutaba tanto matando
Dahmer’s explanations for why his monstrous killings were not sadistic:
“The drugging [was done] to satisfy his sexual need for a not fully cooperative partner.”
“The drilling enterprise…was not sadistic…it was a realistic attempt to disable, but not to kill….”
“The killing was the unintended consequence of the drilling…the taking-of-life issue….”
“Death was an unintended by-product of his efforts to create a zombie.”
“Dismembering was a disposal problem….”
“The disemboweling. . . [was] the most efficient way of handling all the remains, which only served an administrative function.”
Jeffrey nunca se definió como un loco, la gente incluso lo describía como un tipo afable, “folksy”.
Cuando subió al estrado a declarar parecía un hombre normal y a las personas les agradaba verlo, prueba de ello es el juicio, al lado de la corte se llevaba a cabo una convención de automovilismo, la gente iba a recoger los souvenirs, bolsos con chucherías y luego partían en familia, atropellándose tan solo para escucharlo, algunos dirán era morbo, es seguro, pero a muchos de ellos les agradaba el tipo… sin embargo – La confesión de Jeffrey le delató.
Contó que una de las víctimas le había gustado de verdad
…así que le había fileteado el corazón y lo había congelado, también había guardado sus biceps
…dijo que se había comido el muslo de este sujeto pero que estaba tan duro que casi no podía masticarlo
…por eso se compró un ablandador de carne y lo usó con el bíceps
– Su padre escuchaba sin poder dar crédito-.
Jeffrey sólo quería un cuerpo inerte, que mantuviese aún calor, un cuerpo sin voluntad con el cual pudiese retozar.
Un cuerpo como el del corredor que quiso atacar en su juventud, asaltarlo en el bosque cerca de la carretera para dejarlo inconsciente y poder tener algo del cálido abrazo de su…
Las reacciones de los familiares de las víctimas de Jeffrey cuando el juez les permitió hablar son desgarradoras…
Una mujer negra grita llorando: Jeffrey, te odio, hijo de puta! Te odio! – No me jodas, Jeffrey, yo te mato!!! y se lanza contra él, Jeffrey está sentado junto al defensor público y está vestido con esos overoles naranjas de la prisión, la mujer arremete, lanza patadas, escupe, pero Dahmer no se mueve, ni pestañea… por esos muchos dudaron sin mentía cuando dijo sus primeras palabras en público
-Me siento muy mal por lo que les he hecho a esas pobres familias… y entiendo que tienen derecho a odiarme. He visto sus lágrimas y su pudiera daría mi vida ahora mismo para devolverles a sus seres queridos. De verdad lo siento muchísimo… ojalá hubiera una manera de librarme para siempre de estos pensamientos y sensaciones…
¿Qué pasó con Jeffrey?
-Murió a manos de Cristo, un recluso negro que le aplastó la cabeza en el gimnasio. Su testamento pedía que lo quemaran y que una parte de sus cenizas fuera entregada a su padre y la otra a mamá. No quería una placa o una tumba, ni un funeral, sólo pedía ser olvidado. Desaparecer de la tierra, erradicado.
Apuntes para algún futuro guión (…)
[Tomado de Gubern]
El contraste de los colores de piel, de textura y de musculatura remite simbólicamente en estos casos, en el contexto de nuestra cultura racista, al mito de la Bella y la Bestia, aunque la Bestia esté encubierta aquí por el negro de extracción selvícola, por el salvaje próximo a la animalidad, como el citado Johnny Keyes con la frente pintarrajeada y un collar con colmillos de animales. Esta escenificación, que por supuesto puede excitar a algunas mujeres, obedece no obstante al fantasma masculino de la rendición erótica de la mujer burguesa y blanca, que sucumbe con placer al poder viril en su estadio más brutal y primitivo, encarnado por el hombre de raza negra. Pero tal vez la figura que delata con más nitidez la perspectiva masculinista del género es la práctica no infrecuente de eyacular sobre el rostro de las actrices, en un acto que tiene como resultado iconográfico una suerte de singular condensación freudiana (cara/semen). El semen sobre el rostro femenino, que la mayor parte de actrices confiesan detestar, además de verificar para el mirón la autenticidad de la eyaculación masculina, implica un mancillamiento simbólico del sujeto poseído por medio de una marca visible de posesión y de dominio. Viene a constituir una marca del macho sobre la parte más expresiva y emocional del cuerpo de la hembra dominada y poseída por él.
El caso salió a la luz cuando la hermana del sujeto, Ronald Humel comenzó a acusarlo en una primera instancia con los vecinos y luego con las autoridades locales por la desaparición de su hijo con síndrome de down. La leyenda urbana que conmocionaba a un pequeño barrio residencial venido a menos, pasó a estar en boca de toda la ciudad.
Se decía que Humel habría violado al menor y luego afectado por la culpa procedió a golpearlo hasta darle muerte para terminar entregando el cuerpo a la jauría salvaje de perros que mantenía en el gigante patio trasero de la casa que heredó de sus padres. Desde un edificio contiguo perteneciente a una empresa textil, un grupo de amantes de los animales fotografió a los cerca de cuarenta perros que Humel mantenía cautivos formando un ecosistema salvaje.
Sin alimentación y tan sólo con agua los mantenía esclavizados. Se dice que Humel paseaba de noche por las calles de la ciudad en harapos arrastrando una enorme carreta llena de cajas y lo que presumiblemente era piel de animales muertos, recogiendo a la fuerza a cuanto perro abandonado encontraba y en algunos casos procedía a sustraer a los animales de sus casas para llevarlos ante su ejército de canes y entregarlos en sacrificio.
La descabellada imagen era alimentada por hechos comprobados a través del testimonio de los operadores del camión de basura del sector, que en reiteradas ocasiones debían recoger de los contenedores pedazos de piel con carne en descomposición u osamentas de perros en estado de putrefacción. Los videos de más larga data dan cuenta de algunos animales despellejados pudriéndose en el tejado, la situación llevó a vecinos de la zona a pedir a la secretaria regional de salud interviniese pues la casa a esas alturas era un foco infeccioso para los cuatro colegios aledaños.
Además tal como declarasen directores de las agrupaciones provida animal, los perros se fueron acumulando y era tan sólo la selección natural la que imperaba. Los perros se comían entre sí, sobreviviendo sólo los más fuertes. Razas como los cocker o pequinés, tan cotizados en ese entonces por jovencitas que los paseaban cual adornos, no tenían oportunidad alguna ante los quiltros, un par de dobermans o pastores que a pesar de estar desnutridos y con la piel pegada a los huesos eran para ese entonces, verdaderas máquinas de matar.
Comenzaron a juntarse infinidad de videos en que se apreciaban siluetas de un hombre corpulento, Humel desde luego, lanzando a razas pequeñas de perros al ruedo luego una polvareda inmensa, preludio de la masacre. También comenzaron las notas amarillistas en diarios como El Bocón, La Veloz y Diario Frontera pero las autoridades no hacían nada al respecto pese a las innumerables denuncias en contra del enajenado. Las principales quejas eran por hurto de mascotas, otras por agresión verbal y por exhibicionismo, al parecer Humel tenía más de una práctica excéntrica.
Nada se pudo comprobar respecto a las denuncias por maltrato animal. Todavía no existían esas leyes que penan el daño a otras especies con las mismas penas que podría tener alguien que agrede a su hijo o pareja. Las personas comenzaron a realizar vigilias en la puerta de Humel con pancartas.
Se coordinaban protestas para ir a reclamar en grupo a la presumible mascota secuestrada o asesinada. Humel sólo se paraba en su ventana con una mueca de satisfacción, algunos testigos declararon que en ocasiones lo hacía desnudo o procedía a masturbarse generando reacciones encontradas de risa y asco entre los asistentes. Un día todo se fue de las manos, un grupo de sexagenarias, así las describe la nota del Bocón.
Luego fui a entrevistarlas corroborando sus edades, arremetió en contra del hogar del para entonces bautizado Loco Humel o el chacal. Se decía que este tenía un refrigerador con candados en el cual guardaba partes humanas, todo parecía sacado del guion de un documental de serial killer, lo cierto es que la policía finalmente consiguió una orden para revisar el lugar pero sólo encontraron carne de vacuno en descomposición y muchos frascos de orina. El grupo de mujeres acusaba a Humel de la desaparición de su nieto autista y tuvieron la mala fortuna de encontrarlo esa tarde en su patio delantero arreglando la cadena de una vieja bicicleta. La pequeña nota de prensa señala que hubo un intercambio de insultos hasta que una de las mujeres arrojó una piedra a la cabeza del sujeto, esto provocó su ira inmediata que desembocó en una arremetida a patadas en contra de las señoras. A esa hora un grupo de escolares transitaba de regreso a sus casas lo cual provocó un tumulto que terminó con la intervención de oficiales y el registro de la casa de Humel.
(…) la última parte del documento acorde a lo señalado por el perito, guarda mayor coherencia y continuidad. El texto ha sido calificado como una especie de relato, no tenemos certeza de la autoría, lleva por título “El orden constituye la supremacía del vicio”