Con el flujo vital de una luciérnaga
entro en el palacio de tus ojos.
Grandilocuente emoción
porque tus pupilas relatan historias
de muchedumbres tan ciertas como la desilusión
y torpes aplastados por la cal del esqueleto.
Hay en la cacofonía de las voces que recuerdan el amor,
una imaginación, desde el aljibe del pueblo
hasta la profundidad del viento.
Pone en los platos con similicadencia,
el candor que planta razones de locura.
Bocas de nácar y eternas latitudes
estremecen mis manos.
Un alma exterior extiende el futuro.

Un alma exterior
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