¿No has leído Naranja Mecánica de Anthony Burgess? Pues estás perdiendo el tren de la verdadera literatura subversiva. Este libro es como un tiro directo al sistema, un espejo roto que refleja lo más oscuro de la sociedad y de nuestro comportamiento humano. Si crees que todo lo que leer en la literatura clásica es moralmente correcto o “elevado”, prepárate para que te hagan un agujero en la cabeza con esta obra.
En Naranja Mecánica, seguimos a Alex, un joven sociópata que vive en una sociedad distópica, donde la violencia es pan de cada día y la libertad es un chiste de mal gusto. Alex y su banda de “droogs” se dedican a hacer el mal por puro placer, sin remordimientos. Pero el sistema, que no es tan distinto al que vivimos, decide someterlo a un tratamiento experimental para “curarlo”. Es la típica historia de un individuo que se enfrenta a un sistema represivo, pero Burgess va más allá, haciendo que el tratamiento sea una perversión aún mayor que la vida de crimen que llevaba Alex.
Lo que te pega con fuerza aquí es el lenguaje. La famosa “Nadsat”, una jerga que Alex y su pandilla usan, es una especie de ácido para el cerebro. Al principio, puede sonar raro, pero a medida que te vas sumergiendo, te das cuenta de lo que hace: te arrastra más profundamente en la alienación, la violencia y la brutalidad, no solo de Alex, sino de una sociedad que premia la sumisión y la mediocridad. Burgess no te quiere dar respuestas fáciles, te quiere incomodar, te quiere hacer pensar que, al final del día, el “hombre bueno” y el “hombre malo” no son tan diferentes.
El verdadero golpe de Naranja Mecánica es su tratamiento del libre albedrío. ¿Qué pasa cuando te quitan tu libertad para elegir, incluso para hacer el mal? El sistema te arrastra a la normalidad, a una vida sin posibilidad de rebelión. Pero, ¿es esa normalidad mejor que la anarquía de Alex? Burgess no te lo dice. Te deja el dilema en la cara.
Este libro no es para los débiles de corazón. Si tienes miedo de enfrentarte a lo que realmente somos como sociedad, mejor no lo abras. Pero si te atreves a leerlo, Naranja Mecánica te sacará de la comodidad de tus pensamientos y te dejará con un gusto amargo en la boca. Es una llamada de atención: si no cuestionas el sistema, serás parte de él, sin importar lo que hagas o lo que digas.
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