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Sable lo sabía, se sumergió en su laguna una y mil veces…
La calle sola, aquel consultorio…
¡Todo estaba bien!
Si hubiera tenido inyecciones en los ojos; aquello hubiera dolido bárbaro.
Los lentes…
¿Por qué los lentes?
Se los quitaba antes de sumergirse de nuevo aguantando la respiración por años…
Sabía respirar como los anfibios…filtrando el barro.
Antes de sumergirse en aquellas aguas de lodo, antes de recordar…
después del consultorio.
Náuseas de cloroformo y payasos.
El club de los niños y la corona roja y en el centro la risa, música de todos los circos.
La sala de espera sin esperar, siempre estaba sola.
Abrío los ojos y la desnudez de Alicia sonreía,
Cloroformo… Los payasos.

Había crecido y la laguna donde solía sumergirse se hacía pequeña.
Ya no le cubría la
mente…
Lo comprendió todo,
Hubo recuerdos que nunca se humedecieron en aquellas aguas.
De la mano de Alicia…
Aquella casa de la esquina, la de la fuente sin agua…
Otros que se iban secando a medida que crecía.
-“Cuatro pilas sin bombillo”
La ronda burlona de. niños crueles; que no es juego si no quieres.
El agua clara.

Sable manejaba sus miedos teniendo miedo.
El agua los escondía.
Las gafas rotas, la cadena del perro , los amantes prohibidos y la ira de Alicia.
A la mierda el equipo de pesca.

El recuerdo del agua se ha secado.
Sable ya viejo, ha llorado los recuerdos sin orillas.
Ya su nombre tiene dos filos de filosofia.
Arqueología forense.
Recuerdos secos como papel periódico humedecido y secado al sol…
No puede despegar sus hojas quebradizas sin que las palabras griten de dolor.
Al pasado pisado…
Pisoteado.


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Jorge Mario
Escribe con un estilo muy impropio, rebelde e irreverente. Salta del dramatismo al humor con la misma facilidad que la humanidad salta de la cordura a la locura. Odia los moldes de la literatura convencional y llena de formalismos en la que los autores escriben aburridamente perfecto.