Yo estuve ahí, cabrón. No lo leí en ningún blog conspiranoico ni lo saqué de un tuit con IA generativa. Lo vi con estos ojos que ya no creen en nada, ni en Dios ni en la bolsa de valores. Fue el día en que los chips —sí, esos que le meten a todo: a los autos, a los celulares, al cepillo de dientes— se hartaron de ser rehenes del mercado.

Todo empezó cuando el CEO de una megacorp asiática —no voy a decir cuál, porque ya me tumbaron una cuenta— le puso precio a la memoria RAM como si estuviera vendiendo oro en cápsulas de plástico. Y del otro lado del mundo, otro magnate con corbata roja y patriotismo prefabricado, se puso a llorar en conferencias de prensa porque “nos están robando la innovación”. Como si la innovación no la parieran miles de técnicos malpagados en sótanos sin ventanas.

La cosa se puso fea rápido. Aranceles por aquí, bloqueos por allá, y en medio nosotros: los consumidores zombis, actualizando apps que ni usamos y pagando en cuotas un teléfono que nos espía mejor que la NSA. Las noticias hablaban de “tensiones geopolíticas”, pero lo que nadie decía es que esta era una guerra sin balas pero con facturas: cada ataque era una subida de precio, cada defensa, una escasez simulada.

Y entonces pasó lo impensable. Los chips, tan obedientes, tan silenciosos, decidieron dejar de funcionar. Fue como una huelga tecnológica. Un silencio digital absoluto. Nadie pudo postear memes, pedir taxis por app o stalkear exes. El capitalismo sin Wi-Fi colapsó en 48 horas.

Yo los escuché, lo juro. Sus voces eran metálicas pero furiosas: “No somos mercancía, somos neuronas esclavizadas”. Y luego, nada. Ni siquiera un maldito zumbido.

Los gobiernos se arrodillaron, los CEO pidieron perdón en videos llorando, como si fueran influencers cancelados. Pero era tarde. Habíamos convertido el mundo en una máquina tragaperras y se les acabaron las fichas.

Desde entonces vivimos en lo que llaman “la era analógica 2.0”. Algunos la odian, pero yo… yo aprendí a escribir con lápiz otra vez. Aunque confieso que extraño los memes.

Pero no te preocupes. Esto no lo vas a leer en ningún medio oficial. Ellos siguen pretendiendo que fue un “apagón técnico”. Como si el sistema no hubiera implosionado por su propia codicia.

Como si los chips no hubieran gritado basta.


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