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RECONOCIMIENTO.
Autobiografía no autorizada.

-Soy un autor reconocido…
Pero como nadie me lo va a reconocer; me reconozco… y como me conozco,
reconozco que me han desconocido.

Esto de ser autor, viene por herencia.
Ya existía la polémica; pues habían serias dudas y no se ponían de acuerdo en que mi padre fuera el autor de mis días.
hay serios indicios de que soy un plagio.

Me han reconocido desde que nací.
Primero a mis papás les dijeron:
¡Sí ; ese es !…El gordito morado, el que berrea más duro.
las directivas de la clínica insistieron en que me tenían que llevar y que no me habían cambiado.

Dentro del mes siguiente, como de deshacerse de mí no había ni peligro, cualquier día en una notaría, me anotaron en un libro.
Fue la primera vez,
por designio o por revés…
que tuve contacto con las letras.
fue mi primer reconocimiento.

Pero la cosa no paró ahí…
Los reconocimientos siguieron…
-El de las gafitas; dijeron, cuando me vieron en primaria.
y aunque la educación fue arbitraria,
las menciones a mi nombre continuaban, que de joder no paraba, que no me quedaba quieto… que con las niñas me meto, que con la aritmética no daba.

En el bachillerato no rompía un plato. mi reconocimiento aumentaba por aquello de la traba cuando en serio me trababa.
-¡Es que fumó marihuana! decían, pero falso, la dislexia me atacaba.
No se escandalicen señores que estos no son rumores,
de que muchos se trabaron y mantenía la nota pero pasaban de agache porque se ponían gotas.

Tuve problemas médicos serios,
Fui altamente reconocido por ser alérgico al álgebra, a la física y a la química.
Tuve mis méritos por ser mal ejemplo… de la vagancia un templo,
– Que por aquí no se asome porque la ve negra, me amenazaban las suegras.

Resumiendo les cuento que por esa época, siendo autor, no había escrito nada.
Pero fui la inspiración del poeta que escribió:

“Si tú buscas un ser bueno no vengas a mí, porque no tengo esa virtud…”

Y en mi imagen se inspiraron los ingenieros de la Ford, para cranear cómo debÍa verse un carro por debajo.

Ya de adulto me reconocían en la universidad donde obtuve muchos créditos, tanto así que simultáneamente me reconocían en los bancos.
Mi vida había dado un giro…
Bueno, un sobregiro.

En el amor era un mago, pues me casé siendo un vago y por las noches desaparecía.

-Un Día escribiré mi obra Maestra, afirmé….
Pero la Maestra no me escuchaba, mientras de mí se aprovechaba, pues en las clases de teatro el Kamasutra recreaba, en el escenario de mi cuarto.

Mas ahora en el sexto piso, el andamio de mis 60’s, gozo del reconocimiento del cuerpo médico.
-Es usted un caso excepcional, padece de dolencias en partes del cuerpo que no figuran en ningún libro.

Eso es ser original.


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Jorge Mario Yepes Velázquez
Escribe con un estilo muy impropio, rebelde e irreverente. Salta del dramatismo al humor con la misma facilidad que la humanidad salta de la cordura a la locura. Odia los moldes de la literatura convencional y llena de formalismos en la que los autores escriben aburridamente perfecto.