Jorge Luis inventó una maquina de coleccionar recuerdos, pero el circuito del deslaminizalibidinizador, o sea el que deslaminibinidiza los recuerdos, se quedo atorado. Como consecuencia, los recuerdos se salieron de control, se escapaban de un cerebro y se metían en las mentes de las personas equivocadas.
Su potente antena recogía los recuedos de los habitantes de la comarca y los devolvia indiscriminadamente a los Cerebros de las otras gentes… y Así pasaba también con los animales.
El enredo fue mayúsculo por que el cura tomó los recuerdos del marido infiel de doña Cipriana la modista, y el sacerdote se acordaba de todas las fufurufas de “La Granjita”, el prostíbulo del pueblo.
El caballo de don Alvaro Saldarriaga; ladraba insistentemente por la calle moviendo la cola y levantando la pata para orinar los árboles y la gallina que se mantiene en el solar de los González, no sabia qué pensar de su huevo.
El gerente del banco perdió el recuerdo de la clave de la bóveda pero se acordaba de “La magia de tus besos” del grupo Niche y de lo sabroso que bailó con la secretaria de la alcaldía en una volada al Carnaval de Barranquilla.
En casa de los Hurtado, la señora no recordaba el nombre de sus hijos, pero empezó recordar y recitaba: “39 a la derecha, 3 a la izquierda dos vueltas y click”.
Los recuerdos saltaban de cabeza en cabeza y las personas se acordaban de noches increíbles, de vacaciones fantásticas y hasta de palabras de amor que nunca habían escuchado.
Y en el bus la gente no se acordaba para donde iba pero si en donde dejo mucha plata el uno, cuando era la cita médica el otro y el recuerdo de unas tetas maravillosas, el de mas allá.
Doña Encarnación estaba feliz con el recuerdo de la moteliada con el dueño de la farmacia y hasta fue a darle las gracias por tan maravilloso polvo.
José Luis no se acuerda para que inventó una máquina pero se acordó que tenía que llevar un encargo a una tía que no tenía, mientras que los pájaros andaban a pie.
El cartero recordaba el amor de Mariela y Mariela se acordaba de las canciones de Diomedes. El notario corría a arreglar un maquina de coleccionar recuerdos que se acordó de haber inventado. Y a mí, tu recuerdo me agobia pero no me acuerdo de tu nombre .