Miramos dentro:
de la enramada seca del árbol tulia.
Sombra y resguardo.
Gorrión herido es ovillo de pluma y polvo.
Su mano suave con piel de tierra engloba y guarda la curación
de un ala con su caricia.
El niño escucha su corazón de muerte,
tiembla.
Destila sales de cuarzo blanco,
piedad callada de vértigo y abismos.
Un abrazo nos trae suspiro, nos cubre.
(Esther de pronto voló a su pueblo:
el río sereno, su niño, el campo)
Su mano
le trae consuelo al aire triste.
Axayácatl Campos García Rojas