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Estudiar a Napoleón Bonaparte es un reto plagado de sorpresas. Más sorprendente es darse cuenta de que los hombres y mujeres notables que en la historia de la humanidad se destacan, no se distinguen precisamente por cuidar al prójimo; (Esto sucede raramente), sino por cuidar el Poder y los ideales pertinentes al bienestar individual o de un pequeño grupo.

El ejemplo más palpable está en las guerras Santas, las cruzadas, en la conversión religiosa y la esclavización de los sometidos implicadas en las grandes conquistas.

En defensa del staus y las ideas, directa o indirectamente han matado a un montón de semejantes.
Hasta Alfred Nobel; el de los premios, quien inventó mengurges y mezclas para despedazar a la humanidad disque con la intención de contribuir a la minería y no se sabe qué otras justificaciones:
La Dinamita, la Gelignita; más fuerte que la Dinamita y la Balsitita, de la que se fabrica la pólvora de las Balas… ¡Y se considera un benefactor! A pesar que quien usa explosivos; atomiza al otro o si no se muere, o mínimo queda mocho.

Napoleon Bonaparte fue desconcertantemente; el producto físico, inesperado, contradictorio y definitivo de la revolución Francesa.

Apareció en su defensa para terminar de aplastar la Monarquía y término siendo Emperador coronándose así mismo en una catedral reafirmando el derecho divino a regir.

Un matador efectivo, uno de los cinco mejores generales de la historia junto con Alejandro Magno, Julio César, Darío II, y Escipión el Africano.

Pero como dicen en los moteles:
¡A lo que vinimos!

La “Grande Armée” de Napo había puesto a Europa patas arriba y con un pie en la garganta, pasando de Guerrero a Emperador, como dice el Negro Suárez…

-“Qué verraco pa’ jugar billar” Bonaparte no se bajaba del caballo. Al comienzo de sus batallas desde su cabalgadura arengaba al ejército.

La primera idea que se le ocurrió fue decir:

– ” Denme la N! Denme la A! Denme la P! denme la O! Qué diceee!

-Naaapo! Naaapo!”

Ensayó la arenga con sus oficiales, pero a la hora de gritarla ante la tropa rasa, todos los soldaditos se quedaron callados, ninguno sabía leer, no conocían la N, ni la P, ni la A… Ni nada de esas vainas.

Entonces le pareció fácil decir:

“-Quién ganará ! y la tropa contestaba,

-Napo seraaá! Francia ra ra ra!

Fraaancia! Fraaancia! Fraa fra fraaa!”.

Pero entonces salían al combate afónicos y salía carísimo repartirles a todos pastillas VIC.

Por último decidieron animar a las tropas con las porristas y las barras bravas del Atlético Bucaramanga.

En el fragor de la batalla, Napoleón iba de arriba abajo y de lado a lado dando órdenes: -Infantería al frente! Caballería de flanco! Rásquenme la espalda!

Cuevan el mañon! Digo … Muevan el cañón!

Línea lateral; ataque!

Este general era enorme, tenía una línea de fusileros Viscos para que mataran dos enemigos de un solo disparo. (La táctica era brillante pero tenía inconvenientes porque en el combate cuerpo a cuerpo, ya eran dos contra uno) .

Bonaparte, estaba en todas, tratando de controlarlo todo. Por andar peleando no comía bien, y desarrolló una Úlcera en la boca del estómago, no tomaba agua, solo mantenía una botella de aguardiente Antioqueño en la bolsa para darse ánimos, y cuando iba a hacer popó, cagaba mojones con la dureza de la piedra con que David mató a Goliat. El hombre era un mar de lágrimas cuando se sentaba en el inodoro.

De tanto transitar el trasero por la silla de su caballo “Marengo” desarrolló unas hemorroides que le pusieron el asterisco como un Girasol…

Se le alborotaban los cachos cuando Josefina lo visitaba, pues era secreto a voces que su Prieta querida cargaba con el amante pa’rriba y pa’bajo.

-No me puede faltar el colágeno, decía la desgraciada.

De manera que el el Guerrero vivía atormentado.

No podía hacer popó, no podía comer por la úlcera, no se podía sentar derechito, y a pesar de sus 1.68 metros de estatura los cachos se le enredaban en cualquier dintel…

Para colmo de males, nuestro amigo sufría de Aulirofobia, el miedo intenso a los Gatos.

Esto último era aprovechado por la inteligencia del enemigo que le hacía llegar correos, con afiches e historietas de Tom y Jerry, El gato con botas. y Garfield.

Napoleón dormía con la luz prendida del terror.

Una primera coalición de ejércitos de Europa tratando de restablecer la monarquía lo había vencido en la batalla de Leipzig por allá en 1913 en Alemania.

Fue deportado a la isla de Elba.

Inmediatamente montó un carro de perros y salchipapas en la playa, solo para estar cerquita del agua.
Aburrido como estaba Bonaparte decidió robarse una bicicleta marina, para llegar y colarse en una lancha esas que llevan en turistas a taganga y volarse para el continente.

El quinto regimiento del ejército al servicio de su Majestad Luis XVIII, Fue enviado a recapturarlo bajo el mando del general Ney, uno de los más agrerridos generales en las campañas del ahora prófugo.

Napoleón le salió el encuentro, los retó, los arengó y recibió el respaldo de sus antiguos soldados quienes se unieron a él y con un ejército de 75.000 soldados marchó a Francia.

El rey de turno empacó maletas, se robó el billete y se voló por el techo en un helicóptero como hacen todos los gobernantes derrocados.

Por segunda vez una coalición de países europeos volvió a enfrentar a Napoleón, entre ellos Inglaterra, que le presentó batalla con un ejército al mando del general Arthur Wesley, Duque Wellington; a 20 km de Bruselas en un municipio conocido como Waterloo.

Bélgica siempre ha sido escenario de conflictos. Waterloo era famoso por las empanadas de yuca que vendían en la esquina del aeropuerto… Otro atractivo que todavía conserva Waterloo, es que allá las Belgas son muy cariñosas.

El ejército de Wellington acampaba en en una hondonada. El clima estaba podrido, con un aguacero de esos que caen en Armenia o en Pereira, una lluvia perezosa que se demoraba en caer, y no llueve; ni duro ni pasito, como beso sin lengua, como pan con pan, comida de bobos…

Llevaba lloviendo toda la semana, cuando el duque de Wellington se enteró que Napoleón estaba cerca, le mandó decir que a qué horas comenzaba la batalla para estar listo. Napoleón le dijo que más tarde le avisaba, que ya estaba muy tarde y que esperaba unos tamales de Piedecuesta.

El Duque de todas formas mandó a preparar la tropa, a limpiar los mosquetes y a pulir los cañones.

A Napoleón le hicieron daño los tamales, lloró y cagó toda la noche y se apretaba la úlcera del estómago.

u asistente personal le hacía enemas porque no llevaron preparación H. Encima se puso duro del estómago, El pobre napo no sabía si llorar cagar o rascarse el Girasol. Su médico personal le administró Láudano.

Amaneció el día de la batalla lloviendo, Napoleón cagado pero tranquilo por el láudano que da una traba de relax.

La lluvia había cesado, pero el campo seguía húmedo por lo que Napoleón le envió un correo electrónico al Duque de Wellington: cabecitas21duque @ gmail.com.

De la manera más atenta me dirijo a usted para informarle que no puedo pelear ahora temprano en la mañana porque el terreno está mojado. se resbalan los caballos y se moja la pólvora.

Esperemos por ahí hasta las 11 a ver si se arregla esta vaina, por qué eso de pelear a cuchillo todo el día es muy aburrido, considero que estás de acuerdo. Qué jartera pelear todo el día, con espadas pudiendo matarnos de lejitos a balazos.

Efectivamente, a las 11:00 am cuando ya estaba el barro duro, se arrancaron a cañonazos madrazos y balazos. Pero como Napoleón no se pudo subir al caballo porque le dolía horrores, dirigió la batalla desde su laptop. Fue el peor día de su vida…

Napoleón se apretaba la úlcera, se rascaba el asterisco, y dirigía la batalla al mismo tiempo, así cualquiera es derrotado. No es lo mismo que estar al frente gritando Mueran pichurrias!

Para no repetir la repetición de la repetidora, no repito cómo fue la furrusca.

Napoleón perdió la batalla, tuvo que capitular, fue llevado a París para que abdicara al trono de emperador, y deportado a la isla de Santa Elena en 1815. En la que murió después de 6 años.
El legado de Napoleón, sus movimientos militares y estrategias se estudian en las academias militares de todo el mundo.

El retrato de Napoleón guarda el misterio de la mano recta metida entre la chaquetilla del uniforme, los historiadores y los antropólogos no se ponen de acuerdo en el motivo del dicha pose para la foto…

Unos dicen que con esa mano se está presionando la úlcera, otros afirman que es para esconder los dedos cagados porque con esa mano se rascaba las hemorroides. Y la nueva teoría es que dentro de esa chaqueta guardaba el celular.

La historia está llena de misterios.


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Jorge Mario Yepes Velázquez
Escribe con un estilo muy impropio, rebelde e irreverente. Salta del dramatismo al humor con la misma facilidad que la humanidad salta de la cordura a la locura. Odia los moldes de la literatura convencional y llena de formalismos en la que los autores escriben aburridamente perfecto.