Leer en voz alta no es solo para los castigos del colegio ni para los discursos aburridos en una asamblea política. Si quieres romper con el aplastante conformismo que nos impone el sistema, tienes que aprender a leer con huevos, con convicción, con el poder de quien sabe que sus palabras pueden cambiar el mundo (o al menos, la percepción de la gente que te escucha).

Primero que nada, ¡olvídate del miedo! El silencio impuesto por las estructuras de poder es lo que nos mantiene dormidos, como si leer en voz alta fuera un acto de rebeldía. Pues lo es, y mucho. Hablar alto, con garra, es la manera más efectiva de desafiar a los que quieren mantenernos sumidos en la rutina opaca y anestesiada. ¿Quién te dijo que no podías leer algo y que te escucharan? ¿Acaso te han vendido la idea de que leer es solo para ti, un acto privado? ¡Ni lo pienses! A la mierda con esa lógica.

Tu voz es una herramienta, un arma, y tienes que usarla. Tienes que experimentar con los tonos, con los silencios. Sí, los silencios, porque no todo en la vida es ruido constante. A veces, es el vacío lo que dice más que cualquier palabra, y cuando lees en voz alta, tienes que dominar eso. Usa pausas dramáticas. Si el texto lo pide, haz una pausa tan larga que los demás se sientan incómodos. ¿No te gusta que te miren raro? Pues perfecto, lo estás haciendo bien.

La entonación, amigo mío, no es solo para los actores de telenovela. Tú también puedes interpretar lo que lees. Si estás leyendo a un autor que se burla del sistema, tu voz debe reflejar esa burla. Si estás leyendo algo profundamente melancólico, que se sienta en tu tono. Que tu voz suene tan pesada como el peso de la opresión que estamos viviendo todos los días.

Y ni hablar de la postura. Olvídate de quedarte sentado como si fueras parte del mobiliario de una oficina aburrida. Si vas a leer, hazlo con el cuerpo, con el alma. ¡Levántate! A veces, la lectura en voz alta no solo libera palabras, también libera el cuerpo de las ataduras del sistema. Si te sientes incómodo, ¡es que lo estás haciendo bien!

Finalmente, y esto es clave: no te pongas a leer como un autómata. Cada palabra es un acto de resistencia. Cuando leas, que se note que lo haces a propósito, con intensidad, con rabia, o con amor, pero siempre con la certeza de que lo que dices no solo se escucha, sino que resuena.

Así que, a leer en voz alta, con descaro. Haz que tu voz cuente, porque, si no lo haces tú, ¿quién lo hará?


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