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Enrique VIII. Bloody Mary, Ana Bolena, y otros asuntos.

El origen del curioso cóctel con tan pintoresco nombre, es desconocido para la gran mayoría de los entusiastas de la bohemia y la buena cantina.

“Maria la Sanguinaria”, fue la hija primogénita de Enrique VIII. con la ibérica Catalina de Aragón.

Empezar desde el principio a conocer la historia de los monarcas ingleses y sus vecinos, es tan complejo, como entender porqué … “Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé…”.

Al final del relato termina uno como Muchilanga, con los pies hinchados.

Las monarquías inglesas propiamente dichas; remontan sus orígenes a 700 años después de Cristo.

Diferentes Reinos empiezan a buscar supremacías entre guerras y alianzas interminables hasta que llegaron los Daneses, con sus hachas y sus espadas a invadir las Islas desde el otro lado del charco, obligando a una alianza incómoda entre enemigos para rechazar al extranjero, el cual es expulsado y perseguido.

Ahí nace la primera figurita: Alfredo El grande. Guerras locales y conquistas globales acompañaron a los ingleses a través de la historia.

Y es que esos carajos, no se quedaban quietos, y donde no había una guerra se la inventaban, por eso en cualquier momentito; entre comerciales, afilaban el machete y se volaban dizque a “Las Cruzadas” a pelear con los Turcos, Los árabes, y toda esa gente devota de Alá.

Pero como la vaina era a caballo, por el camino se daban en la jeta con todo el que se encontraban, -Así. Porque sí… Como Don Quijote.

Relatos tan emocionantes como el de Robin Hood, por la época de Ricardo I. “Corazón de León”
y más adelante la tragedia de William Wallace, y la independencia de Escocia dan cuenta de la belicosidad qué ha acompañado a sus antepasados desde las primeras invasiones Romanas antes de Cristo.

De esta forma transcurre la historia de los ingleses, de Madrazo en Madrazo hasta que encontramos a este personaje muy singular: ENRIQUE VIII.

Salía aquel pueblo peleonero, de la “Guerra de los100 años” y entraba en la “Guerra de las Rosas”
las familias York y Lancaster, dándose hasta con el paraguas, como cualquier pleito de familia guajira.

De carambola y como nadie sabe para quién trabaja, de estos dos últimos conflictos surgió la dinastía de los TUDOR. Este es el apellido de un soldadito que se atrevió a levantarle la falda a una aristócrata real de los York.

Pero no les voy a contar el cuento porque entonces ¿Cuando estudian?

Enrique VIII. Henry Tudor. llegó al trono a pesar de ser el segundo en la línea porque su hermano mayor; Arturo, falleció a la edad de 15 años por una infección contraída por la costumbre de usar el celular en El inodoro y después ponérselo en la oreja sin lavarse las manos.

Enrique encontró el trono como cuando uno se gana la licencia de conducir en una rifa… Ya a Arturo lo habían casado con Catalina de Aragón y la muchachita acaba de llegar y al minuto quedó viudita.

Enrique aprovechó y la recicló, diciéndole al Papa Julio II que Arturo no le pudo meter ni la puntita,
como consta en los argumentos reales encontrados en los archivos del Vaticano:

“Sepa vuestra excelencia, recuerdo Catalina llegó a la casa, y se casó con mi hermano, esa misma noche el carajito se metió al baño a chatear con el celular, y a jugar “Juego de tronos “.

Después de una de la mañana salió y se sentó a mirar el partido de Djokovic contra Rafael Nadal. A la niña no le hizo ni cosquillas.

El pontífice le dio la dispensa, y Enrique le mostró cuánto es 5×8, le hizo la vuelta y Cata quedo embarazada…

No una, sino cinco veces, al sexto ensayo nació María. (María I de Inglaterra).

El afán machista de la sociedad de aquella época exigía que los reyes y cabezas de familia tuvieran hijos varones para “Continuar la estirpe”. Enrique se cansó.

después de tantos intentos y de pagar seguro y clínica, ya le daba miedo seguir preñando a la muchacha.
-Buen polvo si es, pero no aguanta tanto luto, decía.

Entonces Enrique, empezó a mirar alternativas, en aquellos tiempos entrar a un castillo real era como ir al centro comercial, había de todo, secretarías, contadores, funcionarios, lagartos y lobas. de arriba abajo y de lado a lado.

el rey empezó a gallinaciar por los corredores, a guiñar el ojo a la de los tintos, a la de la trapeadora,
a la secretarias, y no respetaba si eran solteras o casadas.

Todas le paraban bolas porque era el duro, el macho alfa, y en el quinto piso montó un apartamento de soltero con cama redonda luces de discoteca y espejo en el techo.

Ahí aterrizó María Bolena.

como dice la canción, dama de alta cuna y de baja cama.

Después de unos meses, conoció a la hermanita menor en una fiesta de disfraces; Ana Bolena, no estaba tan buena como la hermana, pero tenía una carita de que “No rompía un plato”.

Continuará…


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Jorge Mario Yepes Velázquez
Escribe con un estilo muy impropio, rebelde e irreverente. Salta del dramatismo al humor con la misma facilidad que la humanidad salta de la cordura a la locura. Odia los moldes de la literatura convencional y llena de formalismos en la que los autores escriben aburridamente perfecto.