He tratado de volver sobre lo andado
hasta ese punto muerto, deshojado,
donde se rompió mi conciencia.
Donde dejé de ser, para solo hacer;
donde dejé de sentir, para solo seguir;
donde dejé de pensar para solo asentir
afirmar, aceptar. No saber.
¿Quién se esconde detrás de esta piel maltrecha
que ahora desconozco?
¿De quién son esas frases hechas
sobre labios robados?
¿Qué hay detrás del vidrio opaco
de estos ojos cansados?
¿A dónde huyó la fuerza de mis pasos,
que ahora tan solo siguen?
¿Fue acaso transparente ese punto de quiebre
que arrastró cuesta abajo
los frágiles cimientos de mis cinco sentidos?
Tú me viste pasar
perdida en la mitad de tu equilibrio,
de la delgada línea que separa mi siglo de tu siglo,
entre sueño y vigilia,
entre el suelo y el limbo,
entre mi infierno rosa y tu cielo plomizo.
Y aún te nubla la vista
ese velo traslúcido que a tus pies disimula.
¿Dónde acaba tu aliento?
¿Dónde empieza mi abismo?
Donde no hay entretiempos,
ni máximos ni mínimos.
Donde se hunde mi pie bajo el peso agobiante
de tus sueños líquidos,
diluido vaivén de este amor enfermizo.
Verás que no ere tú,
verás que no soy yo,
sino el atroz disfraz de lo que nunca fuimos…