Henry Tudor no había sido educado para ser rey en los primeros años de su vida.
Desde niño se dedicó a vivir sabroso. Por el solo hecho de nacer en familia de Reyes; ya tenía el título de Duque de York, eso le bastaba para vivir del “Rasking ball” toda la vida.
Era tan bonito como Brad Pitt, de ojos azules, rubio, atlético 1.90 m de estatura, y calzaba 45 a la sombra.
A las muchachas no se les aflojaba el resorte de los calzones cuando lo veían; porque en ese tiempo no se había inventado el caucho, pero se les reventaba la cuerda de las bombachas.
Sin embargo Ana Bolena disimuló cuando lo vio, apartó el ejemplo de su hermana Maria, quien apenas en gobernante se le insinuó, se le tiró en plancha… Ella misma fue la que lo agarró del brazo y lo subió al quinto piso.
La fama de Enrique era terrible y entre las cortesanas se susurraban frases como…
-La tiene como un calcetín lleno de arena”.
Obviamente se referían a la bolsita que cargaba en la cintura con las monedas. En ese tiempo no existían los billetes.
Enrique trató por todos los medios de seducir a Ana, ella inteligentemente le sonreía, le caminaba por los laditos sacando pecho y haciéndose la difícil e indiferente.
En los bailes no le salía cuando tocaban bolero para no tener que bailar amacizado y solo bailaba con Él cuando la orquesta tocaba “En Barranquilla me quedo” o “Cali Pachanguero”.
Tres años duró Ana calentándole las ganas a Enrique, Tres años en los que Enrique le calentaba la oreja a Ana.
Se hicieron amiguachos, Ella le decía “Kike” y Él la llamaba “Flaca, pero no pasaban de besito. Enrique la obsequiaba generosamente: Un Lamborghini, el iPhone que funciona debajo del agua, Finca en la Mesa de los Santos, y anillos con unas piedras preciosas tan grandes que la muchacha cuando se los ponía no era capaz de levantar la mano.
Pero cuando el rey la llevaba a la entrada de cualquier motel, Ana no se bajaba del carro.
-La única manera de que yo esté contigo es que nos casemos, le decía la doncella.
-Pero es que yo ya estoy casado.
-¡De malas! mire a ver qué hace para que no siga perdiendo el año…
y Enrique tenía que conformarse con la terapia de Vladimir: (Una pajita y a dormir).
El mandato del Rey por derecho divino, era una cuestión seria, una afirmación irrevocable indudable e irrebatible… Algo así como la Infalibilidad del Papa.
Cualquier duda sobre la autoridad real, cualquier ofensa al trono, era castigada con la muerte.
Así mismo los Reyes no podían en cuestiones religiosas proceder sin la autoridad del Papa, quien era; el representante del Dios (Que los tenía en el trono) sobre la Tierra.
Enrique no se podía casar si el Sumo Pontífice no autorizaba anular su matrimonio con Catalina de Aragón… Que seguía siendo Reina de Inglaterra.
El rey mandó embajadores, dio explicaciones, manejó influencias, e hizo hasta lo imposible para que el Papa Clemente VII anulara su matrimonio, pero no fue posible.
Ana Bolena se mantenía a su lado animándo para que no desistiera en deshacer la unión.
Enrique entonces decidió que si el Papa no le daba el permiso, entonces él se constituiría en cabeza de la propia iglesia de Inglaterra. (Anglicana, Anglicanus, inglesa)).
Se aprovechó que había cierto descontento dentro de los católicos ingleses porque la iglesia en sus boatos y ceremonias no mostraba la pobreza ni la humildad que Cristo predicaba.
En fin, la razón que no existiera, se la imaginaban, entonces surgió todo un movimiento de reforma religiosa amparado en la independencia de Inglaterra de Roma, y en el hecho de que el Rey era el representante de Dios en su propio reino.
Esto ocasionó la confiscación de todos los monasterios abadías y casas curales del reino, las cuales fueron destinadas a McDonald’s, cafeterías de Juan Valdez, y Domino’s pizza.
Enrique dio el siguiente paso, el 23 de enero de 1533 fue la despedida de soltero con Strippers de las Vegas y un show en vivo de Esperanza Gómez en una discoteca de Medellín, el 24 por la noche el rey le dio serenata a la novia con “Los Panchos” que cantaron “Sin ti no podré vivir jamás, y “Perfidia” también llevó a Vicente Fernández que cantó “La ley del monte” y “Pero sigo siendo el Rey”.
El 25, con Arzobispo propio, (Thomas Cranmer, de Canterbury) en el castillo de Whitehall, Kike y la Flaca se casaron a escondidas.
La rumba duró tres días, estuvieron, Maradona, Faustino Asprilla , Carlos Vives y el Potrillo. El último día terminó con una presentación del “Cirque du Soleil”.
Catalina de Aragón hizo pataleta obviamente y los católicos no reconocieron el matrimonio.
La reina despreciada, fue relegada nuevamente a “Princesa viuda de Gales” o sea se la devolvieron al muerto con que se había casado inicialmente. La Ex-reina se mantenía de finca en finca, de casa en casa, y de oficina en oficina, tratando de cuadrar la vuelta para que se deshiciera el matrimonio del marido porque ella decía que todavía era la Reina, y que le iba a mandar al de la moto a la “India esa”.
La amargura le duró 3 años y falleció en 1536. A María Tudor hija de Eduardo con Catalina y princesa por derecho al trono, la mandaron a vivir por allá en otro Palacio, la despojaron del título de aspirante al trono y la declararon “Bastarda”.
Como había tomado partido en favor de la mamá, el rey la declaró, “Hija desobediente”.
Enrique arrancó de luna de miel para San Andrés Islas con Ana, se desbarataron tres días, se dieron como a cajón que no cierra, y la flamante nueva reina llegó embarazada.
Para el disgusto del El soberano Ana Bolena tuvo una hija.
una niñita pelirroja a la que le pusieron por nombre Isabel.
-¡Varoncito por ninguna parte!
Gritaba Enrique.
-¡Es un castigo de Dios, tengo el pipí maldito!
Ana pagó el precio.
Apenas se bajó del avión, después de la luna de miel, se sintió mas que reina, peló el cobre, caminaba como sintiéndose más alta de mejor familia y metiendo la cucharada en todo. Se metía a los consejos de gobierno, gritaba, manoteaba, y de noche se levantaba de la cama cuando Enrique dormía y se iba a a patrullar por el barrio.
Muchas veces la vieron mal parcheada con algún muchacho de los de la comuna 13. Ya los de la cuadra le decían “Ana Boleta”.
Le hablaba a Enrique como si fuera el chofer, con el estilo de una fritanguera, le faltaba al respeto en público y le revisaba el celular.
A la nueva patrona se le fue la mano.
Enrique no se aguantó. Utilizó el soborno, manipuló testigos, y compulsó copias a la fiscalía para que la investigaran.
En menos de lo que canta un gallo, le abrieron proceso, le formularon cargos por incesto, narcotráfico, maltrato animal (por pegarle al peluche) e infidelidad. Fue condenada a la decapitación.
Por su condición de soberana, no sé utilizaría el hacha plebeya sino la elegancia de una espada francesa, en manos de un espadachín especialista traído para la ocasión… La flaca perdió literalmente la cabeza por ese hombre. Era el 19 de mayo de 1536.
El mismo año en que murió Ana Bolena, también murió Catalina de Aragón, en el mes de enero.
Enrique quedó viudo por partida doble. Tenía 45 años de edad.
Continuará…