Dicen las estrellas
que aún las miras,
como si buscaras en su silencio
algún mensaje subliminal que el universo
te dejó escondido entre sus destellos.
Dicen que las canciones aún te transportan
a aquellos instantes en los que fuimos felices,
cuando el tiempo parecía detenerse
solo para escucharnos reír.
Cuentan también que las olas del mar,
de vez en cuando,
ven caer —y fundirse en su espuma blanca—
una lágrima que escapa de tus ojos tristes.
Y que el amanecer te sorprende a veces,
cuando aún no quieres despertar,
porque en tus sueños revives
ese instante que desearías eterno.
Dicen también que el viento, cuando pasa,
susurra mi nombre cerca de ti,
y que por un momento cierras los ojos
como si mi voz volviera a tocar tu alma.
Que aún guardas en tu memoria
las risas que dejamos en los días de sol,
y el silencio tibio de las noches sin promesas.
Y yo me pregunto,
mientras el viento me grita con todas sus fuerzas tu nombre…
¿Será verdad todo lo que me cuentan?
Porque aunque quizás no sea verdad…
—A pesar de todo…—
A mí me sigue sucediendo lo mismo.
