Nos dijeron que soñábamos demasiado, que eso de la igualdad era una fantasía, una moda que pasaría como cualquier tendencia en las redes. Nos dijeron que “el feminismo ya no es necesario” y que “todos somos iguales”, mientras nos seguían cobrando el doble por productos rosados y nos daban menos oportunidades solo por no tener pene.

Nos decían que éramos histéricas por querer gritar en voz alta lo que todas sabíamos: que el patriarcado estaba tan metido en el sistema como el Wi-Fi en nuestras casas. Que nos decían “no puedes” pero luego miraban raro cuando pedíamos el mismo sueldo, o cuando decidimos no sonreír para que no nos confundieran con un mueble.

Pero lo más gracioso es que, a pesar de todo eso, nos levantamos. Nos levantamos todas, una por una, hasta que ya no cabíamos en la misma habitación, porque el techo nos quedaba pequeño. Y entonces empezamos a hacer ruido. Primero solo fue un susurro entre amigas, luego un grito en las marchas, y ahora, bueno, ahora ya no nos callamos.

Nos dijeron que no podríamos cambiar nada, pero aquí estamos, haciendo lo que el sistema nos temía: pensar. Nos dijeron que no seríamos “buenas mujeres”, pero descubrimos que ser buena mujer era un concepto creado por ellos para someternos. Y nosotras lo destruimos.

Hoy, el mundo ya no sabe qué hacer con nosotras. Nos temen, pero también nos quieren, aunque no sepan cómo tratarnos sin que se les caigan las máscaras. Porque ya no somos una moda pasajera. Ya somos una fuerza que no puede ser ignorada.

Y lo mejor de todo: seguimos despertando. Y no hay marcha atrás.


¿Te gusta? ¡Compártelo con tus amigos!

¿Cuál es tu reacción para esta lectura?

Profundo Profundo
0
Profundo
Impactante Impactante
0
Impactante
Genial Genial
0
Genial
Original Original
0
Original
Editor

0 Comentarios