Yo pecador
Campanita de bronce
tan-ton-tin
¿A dónde llamas?
al templo de la lengua.
No puedo ir, lo sabes:
tartamudo camino,
hablo cojo
y además,
debo decirlo,
reclino mi cerebro cepillado
en las piernas velludas de Sor Juana.
tan-ton-tin
¡Soy hombre necio!
Lo confieso ante ti
y ante vosotros hermanos:
abuso de las niñas de mis ojos,
las quemo con cigarros,
las obligo a recitar mis versos,
para después abandonarlas a la frialdad de la luna.
Acuso sin razón:
me dobla el peso de la tinta,
por eso cuando el sol se pone,
cultivo mi optimismo
con tequila Cuervo,
y acabo culpando, hermanos míos,
a las chicas del “Molin Rouge”
por espantarme el sueño.
Tan-ton-tin
Y todo ¿para qué?
Para que salte al cuadrilátero
el maromero de la pluma,
ese que dice:
compermisito,
el amigo filial de la que esputa al cielo
a sabiendas, hermanos, de que le caeré en la cara
para despintársela a versos (sic. por favor linotipista)
Soy la ocasión de lo que culpo, Señora,
hermanos míos,
he pecado, de pensamiento,
palabra y seducción.
